En el ámbito empresarial con el cierre del ejercicio económico llegan puntualmente los dividendos. Por supuesto mucho más habituales, incluso en situaciones de crisis, en las grandes y medianas empresas que en las pequeñas. En estas últimas los dividendos escasean más que los beneficios del ejercicio.
En esta entrada nos vamos a ocupar de la incidencia de los dividendos en el análisis contable. Para ello, en primer lugar, reseñaremos cómo se configuran los dividendos en el ámbito contable, seguiremos con las connotaciones de la mercantil, para concluir con unas reflexiones en relación con la incidencia y la naturaleza de los mismos en el análisis contable.
En contabilidad, existen dos tipos de dividendos: los activos y los pasivos. Sin duda, son más conocidos y, también más habituales los dividendos activos que representan, a pesar de su nombre, un pasivo, por tanto una deuda, para la empresa que los liquida. Son los dividendos activos, más conocidos simplemente por dividendos, la retribución a los accionistas o socios (sociedades anónimas u otras formas sociales) por parte de las empresas. A éstos nos referíamos al inicio de esta entrada.
Siendo los dividendos pasivos, un derecho de cobro para la sociedad, por la parte del capital suscrito, no desembolsado y exigido. Es conocido que tanto en la constitución como en las ampliaciones de capital que realizan las sociedades, en especial, las sociedades anónimas, la legislación permite, en la mayoría de los casos, un desembolso parcial del compromiso de aportación del accionista. Cuando el resto de la aportación pendiente se exija se convierte en el dividendo pasivo, no generando excesivas complejidades su tratamiento contable, de acuerdo con el Plan General de Contabilidad, ni tampoco en el marco normativo mercantil.
Realizada esta breve introducción, nos centramos en los dividendos activos cuya variedad de escenarios, fundamentalmente, condicionados por la legislación mercantil vigente, hace muy interesante la respuesta contable precisa en cada uno de los referidos escenarios.
En primer lugar, nos planteamos el horizonte temporal y normativo de los dividendos
En segundo lugar, nos ocupamos de la obligatoriedad o no del reparto de dividendos a sus socios.
.jpg&container=blogger&gadget=a&rewriteMime=image%2F*)
En tercer lugar, consideramos las limitaciones cuantitativas en el reparto de dividendos de acuerdo con la legislación.
En esta situación hemos de recordar el que denominamos proteccionismo patrimonial de la aplicación de resultados. Para determinar el importe de dividendos a liquidar tendremos que relacionar el patrimonio neto, el corregido que calificamos como mercantil –PN (M)- y el capital social- CS. Establecida esta relación, se ha de cumplir que el PN (M) no sea inferior al CS ni antes ni después de la aplicación del resultado. Por otra parte, es conocido que para el reparto de dividendos no es necesario que se produzcan beneficios en el ejercicio cerrado, puesto que podrían repartirse dividendos con cargo a reservas de libre disposición, siempre que se cumpla la condición anterior que relaciona el patrimonio neto con el capital social. Y, por último, recordar la limitación de reparto de dividendos en relación con los gastos de investigación y desarrollo registrados en el activo, salvo que las reservas disponibles alcance, al menos, el importe del citado activo.Y, en cuarto lugar, en relación con su naturaleza, es evidente que los dividendos repartidos por la empresa a sus accionistas se califican como una aplicación de resultado. ¿Son gasto o no del punto de vista contable? En el ámbito fiscal sólo se computan como gasto, faltaría mas, los dividendos de las acciones o participaciones sin derecho a voto y de las acciones rescatables contabilizadas como pasivo. En este caso existe coincidencia en la consideración del gasto entre la contabilidad y la fiscalidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario